Diario AS - 14-01-08
Ahora firma autógrafos y lo reconocen por la calle. Montado en su deportivo negro, el medio se pasea por las calles de Barcelona de manera humilde. Eso lo aprendió en casa, en los campos y con los técnicos que lo amamantaron de educación y saber estar dentro y fuera de las canchas. Alguna bronca se llevó, lógico, pero todos los que han contribuido en la formación personal y profesional de Moisés Hurtado se sienten orgullosos del resultado que han obtenido.
Adjetivos como "sostén", "equilibrio", "saber estar", "control" o "temple" han sido pronunciadas por algunos de los técnicos de su infancia y juventud. Ahora que podría rozar la internacionalidad, a los 'padres' futbolisticos del canterano no les sorprende su evolución y que muchos aficionados lo consideren vitales para la buena marcha del equipo.
"¿Cómo está mi hijo?". Eso es lo primero que pregunta Manuel Ángel Romero, primer técnico que lo vio jugar en el Mercantil de Sabadell. Cuando Josep Manel Casanova le propuso al actual ojeador del Real Madrid en Catalunya recalar en el Espanyol puso pocas condiciones; una de ellas era llevarse a Moisés con él. Al coordinador del fútbol base le encantaba la pinta del chico, por lo que no puso problema alguno. La aventura apuntaba a apasionante y ninguno de los dos defraudó. Romero hizo campeón del mundo al Cadete A blanquiazul en la Nike Premier Cup (celebrada aquella ocasión en Manchester). Pero Moisés ya estaba en categorías superiores. Andaba por los Juveniles y su progresión estaba siendo muy buena. "Tenía una planta importante, nunca se quejaba; lo que deseaba era que llegara el fin de semana para poder jugar partidos. Moisés siempre fue como la piedra angular de los equipos en los que jugó. Los porteros destacaban por sus paradas y en los diarios hablaban de los goleadores, pero él siempre tenía un puesto en el equipo. Fue un lujo grande e importante haberlo llevado al Espanyol y me siente feliz de que las cosas le estén saliendo tan bien", recuerda y reflexiona Romero.
Paco Flores fue el técnico que lo hizo debutar en la elite. Por aquel entonces, en el B habían dos tocayos en el equipo. Hurtado compartía nombre y posición con Moisés Martín, pero el técnico que hizo campeón de Copa al Espanyol en 2000 decidió que su primera incursión en la elite había llegado. Fue el 11 de mayo de 2002. ¿El rival? El Málaga. Perdieron por 1-2 en la última jornada de aquel campeonato. "Tenía y tiene una polivalencia importante. No me sorprende donde ha llegado: su progresión está siendo la esperada y está en el camino de conseguir cosas importantes. Recuerdo que cuando estaba en el filial hablábamos de su posición; a él le gustaba jugar en el medio, pero las necesidades del equipo provocaban que tuviera que hacerlo en el eje de la defensa. Pero nunca se quejó. Había que sumar como fuera y Moisés siempre fue un chico inteligente", apunta Flores desde Castelldefels.
José Luis Mendilibar fue el que aprovechó que Miguel Ángel Lotina le abriera las puertas a una cesión. Estando en Peralada, Moisés tuvo que hacer las maletas y marchó a Eibar. Sabía Moisés que era su oportunidad y no podía dejarla escapar. El proyecto sólo tenía un objetivo, salvarse como fuera y ni hablar de bajar de categoría. "Le costó entrar", rememora Mendilibar, "pero cuando lo hizo nunca salió. Hubo momentos en los que llegué a pensar en que no se constipara. Fue clave en el sueño tan bonito que vivimos en Ipurua y que casi nos lleva a Primera. Moisés es el sostén del equipo, el hombre que da la pausa necesaria y que sabes que nunca se complica la vida", afirma.
Después de aquella campaña en el País vasco (la vivió con Gorka Iraizoz), el medio regresó a Barcelona. Lotina lo esperaba con los brazos abiertos y los informes recogidos eran inmejorables. Fue entrando poco a poco en los planes del vizcaíno hasta que se hizo inamovible. "Es increíble. Su trabajo es sordo y hay quien no lo valora porque no se ve, pero para un entrenador, tener una pieza como Moisés es tener el empate casi asegurado. Aporta mucho en defensa y sabe sumarse bien cuando hay que atacar. Tiene un temple muy importante, sabe callar cuando le aprietan y si se atreve a chutar, el portero rival sabe que deberá esforzarse", analiza Lotina, que lo alineó en el tramo final de la final de la Copa ante el Zaragoza (4-1).
Ernesto Valverde no imagina un Espanyol sin Moisés. Cierto es que tiene varios hombres para esa posición, pero el elegido es el catalán, pieza clave en la columna vertebral del equipo. El juego de recuperación se hace inevitable para un equipo que camina por la zona alta de la tabla y que sabe que para conseguir regresar a Europa no queda más que seguir apostando por el medio de Badia, el de casa, el del Espanyol.
Moisés Llorens
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