Un directo es la máxima expresión de la música -el feeling entre grupo y espectador es increíble-. Feeling que le faltó, a mi modo de ver, a la esperada visita de unos sexagenarios The Police; muchas fueron las expectativas creadas pero no llegaron a transmitir, ni hacer vibrar a la gente más allá de su exquisito repertorio. Aunque me esperaba más, quede claro que nos hicieron disfrutar de una gran velada, porque poder deleitarse de Message In A Bottle , So Lonely y demás obras maestras no pasa cada día.
La grata sorpresa la viví en la sala Razzmataz, presenciando el concierto de los Crowded House. Siempre sublimes. Participativos al máximo, creaban una nueva canción en cada una de sus interpretaciones. La gente así se lo reconoció y hubo una conexión perfecta, ya que pese a no ser tan mediáticos como otros grupos, el buen espectador sabe reconocer dónde está la calidad, y los Crowded House siempre la tuvieron. Me quedaré con la satisfacción de haber vivido uno de los mejores conciertos del año.
Pero nada se puede comparar con lo vivido en el día del Pilar, muy cerca de la Catedral del mismo nombre. La capital aragonesa y, más concretamente, el estadio de la Romareda albergaban el espectáculo más grande que había visto nunca. Mis ídolos por primera y creo, desgraciadamente, que por única vez, en vivo y directo. Y este regreso no defraudó para nada. Es más, superó todas mis expectativas, ya que tocaron mucho de lo de sus inicios, del Mar no cesa. La gente disfrutaba y entraba en éxtasis…Cada compás inicial de cada canción, era una fiesta y un dar gracias por poder vivir aquello. Lo peor es, sin duda, que quizás no pueda volver a disfrutar tanto en un concierto como aquel buen día del Pilar en la Romareda. Esperaré al menos para comprarme el DVD.
Moisés Hurtado
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