Diaro AS - 22/05/07
martes, 22 de mayo de 2007
lunes, 21 de mayo de 2007
GLASGOW: EL DIA DESPUES
jueves, 17 de mayo de 2007
UEFA: NO HAY DOS SIN TRES
Andrés Astruells - 17/05/2007
miércoles, 16 de mayo de 2007
EL FÚTBOL VOLVIÓ A SER CRUEL CON EL ESPANYOL
Zabaleta, Luis García, Marc Torrejón, Moisés Hurtado lloraron amargamente en el césped escocés.
EFE 16/05/2007
El portero del Sevilla, autor de un gol milagroso en la eliminatoria ante el Shaktar Donetsk, fue el artífice del éxito sevillista en la suerte de los penaltis, nuevamente adversa con un equipo que sufrió de lo lindo en Glasgow, que nadó con bravura para morir en la orilla. Se resistió a perder el Espanyol hasta el último suspiro, cuando la lotería de los once metros le dio la espalda.
Resignados a repetir la historia, los jugadores del Espanyol afrontaron la tanda como un premio añadido. Al fin y al cabo, fueron por detrás en el marcador durante todo el partido y con jugador menos. Jonatas, al filo del final de la prórroga, marcó un gol providencial que pareció resucitar al Espanyol. Fue sin embargo una prolongación de la agonía, como si los duendes del fútbol se hubiesen empeñado en hacer aún más cruel la derrota.
Zabaleta, Luis García, Marc Torrejón, Moisés Hurtado lloraron amargamente en el césped escocés. Un argentino, un asturiano, varios chavales de la cantera, compañeros en un equipo bravo y competitivo que parece peleado con la historia, unidos por la derrota más amarga que pueda imaginarse. Su entrenador, Ernesto Valverde, uno de los protagonistas de aquella UEFA de 1988, intentó darles ánimos. Probablemente el fútbol le conceda otra oportunidad al ''Txingurri''.
Había llegado a Glasgow el Espanyol con una estadística impecable, invicto en sus 14 partidos, y siempre podrá alegar ante la historia de la competición que ni siquiera perdió la final. Resistió como pudo los embates del Sevilla, un equipo de enorme solidez, con un excelente tono físico y delanteros muy temibles. Se batió en un duelo con tintes épicos del que salió perdedor, aunque con la dignidad intacta.
Diario AS
Fotos rcdespanyol.com (hemeroteca)
ESPANYOL : MUERTE EN LOS PENALTYS
El partido dio una voltereta con la expulsión de Moisés Hurtado.
Sólo en su ausencia, comprendimos la importancia de Moisés: protegía a De la Peña, sujetaba los cimientos.
Los dioses del fútbol le deben mucho al espanyolismo.
Juanma Trueba - 17/05/2007
Fue extraordinario. Cabalgamos sobre el partido perfecto hasta que recordamos que esta final española aseguraba la victoria, pero también la derrota. Y nadie merecía perder. Nadie. Cada equipo había trazado un camino hacia la gloria. El Sevilla lo había construido por su acoso inagotable y el Espanyol por su resistencia espartana. Así que cuando empezaron los penaltis resultó imposible adivinar qué historia completaría el destino, qué final había elegido. No tardamos en descubrirlo. Eligió a Palop. Ahora queda claro: su parada al disparo de Torrejón, la tercera en la tanda, cerró el círculo que abrió su gol de cabeza contra Shakhtar en los cuartos de final.
Eso quiso el destino y aunque no se le puede negar el fino paladar, la final deja unas formidables ganas de llorar. De llorar a elección. Por la segunda victoria consecutiva del Sevilla, por su consolidación total, por las penas que pasaste y por la felicidad que te invade ahora, por esa sensación de haber alcanzado un lugar con vistas y alfombra mullida donde brindar por ti y por todos tus compañeros, los que están y los que no. Llorar de alegría, al fin, que es pasar los ojos por el lavado automático para verlo todo más claro y revelar el carrete de la memoria.
Pero también se puede llorar por el Espanyol a grifo abierto, porque no es posible imaginar una suerte más cruel que la del equipo que superó todas las adversidades posibles, dos marcadores en contra y un jugador menos, y al que ni siquiera la hazaña le sirvió para ganar. El mismo equipo que llegó para borrar la pesadilla de hace 19 años y que repitió los mismos pasos de entonces, muerte en los penaltis. Otra vez a las puertas, y sin perder un partido.
La deuda.
Los dioses del fútbol le deben mucho al espanyolismo y le tendrán que dar mucho seguido, no sé cuándo ni dónde, ni si lo veremos nosotros. Sólo espero que ese día los que levanten las copas sepan que se comenzaron a ganar en Leverkusen y en Glasgow.
El pasillo que hizo el Sevilla al Espanyol cuando sus rivales fueron a recoger las medallas reconoció el esfuerzo de un enemigo colosal y nos ofreció otro razón para sentirnos orgullosos, de unos y otros.
Pero antes de esa explosión de emociones hubo un partido maravilloso donde nadie se reservó nada, sin lugar para especulaciones y otras miserias. Desde el primer minuto, cada equipo exhibió sus fortalezas y la impresión que dejó el muestrario de virtudes fue una igualdad casi matemática donde no había dictadura que se prolongara durante más de diez minutos. Por eso, a cada oportunidad del Sevilla se sucedía una del Espanyol, o viceversa, y así ocurrió también en los goles, el de Adriano, primero, y el de Riera, después, ambos magníficos y enlazados por el tiempo que cabe en un vaso, de optimismo o de coraje.
Ese hilo siguió el partido hasta que dio una voltereta con la expulsión de Moisés Hurtado, que vio su segunda tarjeta amarilla en el minuto 67. Si la segunda amonestación fue indiscutible, la primera ofrece todas las dudas posibles, inútiles ya. Sólo en su ausencia, comprendimos la importancia de Moisés: protegía a De la Peña, sujetaba los cimientos.
La primera consecuencia es que el Espanyol entregó metros y se refugió en su campo, en su área. La segunda es que Valverde, que había dado entrada a Pandiani en el 55', se vio obligado a retirar a un delantero centro. Y retiró a Tamudo. La lógica ilógica. El asunto se agravó cuando De la Peña fue relevado por Jónatas para afrontar la prórroga. La UEFA estaba en el aire y en el banquillo habitaban el símbolo y el genio.
El Sevilla disponía de demasiado tiempo como para no rematar la faena. Y a ello se puso, elevado por la entrada de Navas y su entusiasmo incontenible. Con el rival encogido y Riera agotado, Alves también entró en escena, lo que suele resultar mortal.
El partido se transformó en un embudo que desembocaba en Iraizoz, al que sólo se le escapó lo imposible. Fue la enésima internada de Navas, que buscó el pase entre las piernas de David García y encontró a Kanouté, que había despistado la vigilancia de Torrejón y remató a quemarropa.
El segundo gol del Sevilla dio la sensación de resultar tan definitivo que muchos seguidores del Espanyol comenzaron a llorar, rendidos y destrozados. Y así parecieron también los jugadores del Espanyol. El Sevilla perdonó el finiquito y Navas se marcó una rabona para la galería. Pecado de juventud. Tuvo que ser Jónatas, un futbolista al margen del raciocinio común, quien logró el empate con un zapatazo salvaje que rozaron los dedos de Palop.
El Espanyol resucitaba, y la final también. Habrá quien piense que no revivió por mucho tiempo, pero no lo creo cierto. Su reacción quedará para siempre y engrandece el triunfo de un Sevilla gigantesco que tiene algo más que un portero. Tiene un ángel, un ídolo del destino.
Los goles del partido
0-1: Galopada de Adriano y gol con la diestra
Minuto 18. De la Peña botó un córner desde la banda izquierda españolista, que atajó Palop con autoridad. El meta sevillista avanza unos metros para despejarse el camino, arma el brazo y de pase largo busca la velocidad de Adriano, que salió lanzado en su búsqueda. Gran galopada del brasileño, que se plantó delante de Gorka Iraizoz. A pesar de que Zabaleta le alcanza, Adriano dispara colocado al palo largo y bate con la diestra al arquero españolista, que sólo puede mirar cómo le supera el balón y se introduce en la portería.
1-1: Riera iguala de derechazo envenenado
Minuto 28. Tras el primer tanto sevillista, el Espanyol, lejos de quedar tocado, comienza a mover el balón con más criterio. Tras varias combinaciones en el centro del campo, Riera recibe el balón en la banda izquierda a la altura de la línea medular. Avanza ante la oposición de Alves, a quien obliga a retroceder, para terminar recortando hacia dentro, colocándose ya sin oposición en la frontal del área. El extremo no se lo piensa y dispara con la derecha, el balón tropieza en la defensa, se envenena y supera a Palop, que llega a rozarlo.
1-2: Kanouté adelanta al Sevilla
Minuto 105. Cuando agonizaba el primer tiempo de la prórroga y el Espanyol empezaba a notar su inferioridad de efectivos, Jesús Navas, uno de los revulsivos sevillistas, volvió a percutir por la derecha. Se internó con gran rapidez por su banda y envió un medido centro al área pequeña para que Kanouté sorprendiera a Gorka y pusiera por delante al Sevilla. Este gol parecía firmar el triunfo del equipo de Juande y la honrosísima derrota del Espanyol, pero la gran final disputada en Hampden Park tenía reservada una sorpresa para su último minuto.
2-2: Jónatas dio paso a la tanda de penaltis
Minuto 115. El Sevilla rozaba la gloria y creía que el gol de Kanouté le daría su segunda Copa de la UEFA. Pero el brasileño Jónatas quiso darle más emoción a la final y batió a Palóp con un extraordinaria derechazo. Así dio paso a la tanda de penaltis.
Ficha técnica
RCD Espanyol: Iraizoz, D.García, Zabaleta, De la Peña (Jônatas, min.85), Luis García, Riera, Rufete (Pandiani, min.55), Torrejón, Jarque, Moisés Hurtado i Tamudo (Lacruz, min.71).
Suplents: Kameni, Lacruz, E.Costa, W.Pandiani, Jônatas, Coro i Chica
Sevilla FC: Palop, Javi Navarro, Daniel Alves, Adriano (Renato, min.74), Poulsen, Luis Fabiano (Kerzhakoz, min.63), Kanouté, Puerta, Martí, Dragutinovic i Maresca (Jesús Navas, min.46).
Suplents: Cobeño, David Castedo, Chevantón, Kerzhakov, Renato, Jesús Navas i Aitor Ocio.
Arbitro: Bussacca Massimo (SUI). Per part de l´Espanyol ensenya targeta groga a Moisés (min.11 i min.67). Per part del Sevilla, a Luis Fabiano (min.61), Kanouté (min.81), Puerta (min.114).
Goles: 0-1, Adriano (min.18); 1-1, Riera (min.28); 1-2, Kanouté (min.105); 2-2, Jônatas (min.115)
Penaltis: Kanouté Gol; Luis Garcia Para Palop; Dragutinovic Gol; Pandiani Gol; Alves Fuera; Jônatas Para Palop; Puerta Gol; Torrejón Para Palop. Total: 1-3
lunes, 7 de mayo de 2007
EL ATLETI, SPARRING RUMBO A GLASGOW
Tomás Guasch 07/05/2007
Puesto que todos estamos de acuerdo en que el fútbol es un estado de ánimo, que el eufórico Espanyol de ahora mismo tumbase al Atleti no debe extrañarnos. Además, no sabría decirles si el Atleti tiene ánimo... a no ser que enfrente tenga al Barça. Por cierto: si este equipo colchonero es el que le tiene que quitar la Liga a los azulgrana, pues no sé. Dejémoslo en que será durillo. Para hacérselo corto: el mejor del Atleti ayer fue Fernando Torres, que estaba en su casa. En tiempo de dimes y diretes sobre el futuro del Niño lejos del Manzanares, resulta difícil imaginar a este equipo (diría que incluso a este club) sin él. Por un montón de cosas, pero sobre todo esa del ánimo.
Lo de ayer en Montjuïc resulta inexplicable en clave colchonera. Su incapacidad permanente arriba, abajo y a los lados es digna de estudio por un médium. O por diez. Obligado a ganar para mantener ilusiones de Champions, el equipo de Aguirre se inclinó sin ninguna grandeza ante un Espanyol sin varios indiscutibles (Tamudo, De la Peña, Riera y Torrejón) y cuya cabeza está por las verdes praderas de Escocia. Ocho minutos le duró el 0-0 al visitante, su mejor resultado en toda la tarde. Desde ahí y hasta el final estuvo por debajo en todo. El tanto de Petrov fue en los puros minutos de la basura. Este Atlético es el peor de la historia en capacidad goleadora; sin ese tanto incluso sería peor. De la afición perica se dice que es de las mejores del mundo por su espíritu de sacrificio y paciencia; la del Atleti tiene todo eso, sobre todo lo último, el componente paciente, en grado superlativo. Sólo así se explica que no se rompan hoy 25.000 carnets a las puertas de su estadio.
Moha abrió el marcador tras una jugada eléctrica en la que intervinieron el joven Ángel (último producto de la cantera blanquiazul), Rufete y Pandiani, que jugó con fiebre y acabó con 40 grados: ¡qué tío! El zurdazo del internacional marroquí premió la mejor salida españolista, con unos veinte primeros minutos muy buenos. El Atleti no se despeinó. Se esperaba una reacción fulminante, pero no hubo nada. El gigante Moisés Hurtado se adueñó del centro del campo, por el que no apareció con jerarquía ningún rojiblanco, ni siquiera para pedir penalti en un salto del propio Moisés que pareció darle con la mano a la pelota. Un par de acciones de Mista y un tiro de Agüero confirmaron que Kameni jugaba. El partido fue perdiendo gas porque al Espanyol no le iba mal una cierta tranquilidad, que algunos de sus jugadores sí habían jugado el jueves en Bremen, y desde la banda, Aguirre mandaba un claro mensaje reclutando para el segundo tiempo a Maxi Rodríguez y Petrov. Así lo hizo por los flojísimos laterales ayer, Perea y Pernía.
Pero tanta inactividad se nota, y el argentino y el búlgaro bastante hicieron con corretear en pos de su mejor forma perdida, más agresivo éste. De salida volvió a apretar el Espanyol al que le valía con estar atento ante un rival que no le inquietaba. La velocidad que el Atleti no tuvo y el Espanyol necesitaba la puso Coro, que salió, se fue de un lento Pablo y fabricó el 2-0, en tanto parecido al del empate con el Werder: Coro (entonces Riera) se fue por la izquierda, centró, el portero rechazo corto y mal, y apuntilló Pandiani, al acecho: en Alemania lo hizo el propio Coro. Al final descontó Petrov. Un balón suelto lo pasaportó a la red entre los lamentos de Kameni: le habían tirado media vez y le habían metido un gol. No hay portero que lo aguante.
Un sparring.
Poco después del 2-1 acabó este partido, penúltimo de los periquitos antes de la final de la UEFA. El último será el sábado en el Bernabéu. Fue para ellos un ensayo, un entrenamiento con un sparring cómodo, como los que a Rocky Balboa le ponen en sus películas. Mucha fachada, ¡que el Atleti tiene una historia, señores futbolistas!, pero poco más. Un sparring que correteó por el ring de Montjuïc, sacó muy poco las manos, rehuyó el cuerpo a cuerpo y ejecutó sin más su papel de segundón. El Espanyol lo agradeció, claro.
El detalle: Cabrera se retiró a los 29'
El árbitro asistente Teófilo Cabrera se lesionó a los 29 minutos de partido y le sustituyó el cuarto árbitro, Jacobo Yáñez. Padeció una rotura en el gemelo de la pierna derecha.
Por parte del At.Madrid, enseña tarjeta amarilla a Pernía (min.7), Pablo (min.40), Antonio López (min.77). Por parte del Espanyol, a Zabaleta (min.41), Rufete (min.60) y tarjeta roja a Ito (min.62).
Diario AS 7-5-2007
domingo, 6 de mayo de 2007
CAMINO A GLASGOW
DIOS EXISTE Y ES DEL ESPANYOL
La discusión sobre la existencia de un ser superior que rige nuestros destinos es antigua y llena de argumentos a favor y en contra que no pasan de ser eso: argumentos. Nosotros, quienes compartimos la fe blanca y azul, sabemos de sobra, porque tenemos pruebas de sobra, que el tal Dios no es ninguna entelequia, que tiene muy mala leche, y que es profundamente periquito.
Sólo así se explica lo inexplicable.
Así se explica, por ejemplo, que juguemos las semifinales de la UEFA contra un equipo alemán (Werder Bremen) y les ganemos, qué casualidad, por tres cero en el partido de ida.
Me diréis que, estando el Bayer Leverkusen en el ajo, un verdadero Dios nos hubiera hecho enfrentar a ellos, y en la final. Error. Las cosas bien hechas pasaban por un equipo alemán poderoso, que diese miedo (acojonar es algo muy divino). Y pasaban por un partido de vuelta. Allí.
La escena de dolor y éxtasis nunca jamás igualada del partido contra la Real del año pasado sólo puede tener una explicación sobrenatural. No hay otra.
No. Nuestro reino no es de este mundo (deportivo).
Por eso no nos gobiernan gestores, sino mesías, profetas bíblicos, sacerdotes de la fe.
Por eso Coro se llama Coro (¿o no son las voces celestiales y armónicas de los ángeles lo que escuchamos cuando marca?).
Por eso aparecemos poco en los medios deportivos, y en las secciones de deporte de los demás medios, porque lo nuestro debería ocupar espacio (mucho) en las páginas de religión.
Por eso nadie nos entiende, porque no es posible. Se cree o no se cree.
Por eso son nuestros sufrimientos tan terribles, pero también tan inmensos e incomprensibles nuestros gozos. Como los de ahora mismo.
Por eso, finalmente, fuimos expulsados de nuestros santos lugares y vagamos perdidos.
Y por eso caminamos todos juntos hacia la Tierra Prometida liderados por un buen tipo que se llama Moisés.