RCD ESPANYOL 3 - RCD MALLORCA 3
Ayza Gámez anuló un gol legal de Tamudo y expulsó injustamente a Moisés
El Espanyol le puso agallas y empató un partido que parecía imposible, con 1-3 y un jugador menos
Ayza Gámez se acaba de inventar una "roja directa". Moisés abandona el terreno de juego.
Si uno no es del Espanyol, o del Mallorca, habrá disfrutado de lo lindo con el choque de esta tarde en Montjuïc, y que ha acabado con empate a tres. El partido ha tenido de todo, muchos goles, de bella factura y raros, pasión, miedo, euforia, desolación, polémica, etc. Pero claro, a los que estos puntos nos tocaban de cerca, los noventa y tantos minutos de hoy nos han hecho sufrir, viajar de la alegría a la desesperación, para volver a la alegría. Y también para sentir como, tras el silbato final, uno no sabe muy bien como se tiene que sentir, a parte de agotado, porque el equipo ha protagonizado una remontada memorable con un jugador menos, pero el resultado es corto para los intereses de un Espanyol al que parece que nadie se canse nunca de ponerle obstáculos.
No tardó ni quince minutos en quedar claro que no sólo contra la clasificación había que luchar. Ayza Gámez fue el primero en participar al anular un gol legal de Tamudo por inexistente fuera de juego. Como si ya no fuera suficientemente complicado. Tras ello, apareció una mano salvadora de Kameni. Fue en el minuto 19 y a disparo de Aduriz, desde el interior del área.
Tamudo la volvió a tener, resolviendo, como en él es habitual, de la manera más rápida posible. Tras recibir un fantástico pase elevado de Luis García, el de Santa Coloma intentó pasar el balón por encima de Aouate sin que el balón llegara a botar. La genialidad salió fuera por poco. Empezarían ahí los minutos más prolíficos de los de Pochettino que rozaron el gol por dos ocasiones y se instalaron en las cercanías del área mallorquinista. Tamudo le pegó al poste y erró una vaselina en posición muy franca.
Pero como ha pasado ya demasiadas veces esta temporada, en los mejores minutos blanquiazules llegó la puñalada rival. Esta vez, mediante un tiro libre de Arango. El venezolano vio que Kameni se apartaba de su palo para disparar con eficacia una parábola a la que ya no pudo llegar el camerunés. De nuevo tocaba remontar.
Le costó al equipo arrancar tras la reanudación, como si todavía le pesara el mazazo del gol visitante. Dominaba el balón pero no llegaba, no trazaba, no contagiaba. No fue hasta el minuto 53 que dio el primer aviso, con un disparo de Sergio Sánchez. No le convenía para nada a los de Pochettino esa falsa calma, porque aunque pudiera parecer que no estaba pasando nada, en realidad sí estaban pasando cosas, y ninguna buena. Afortunadamente, lo que sí llegó fue el gol del empate, obra de Callejón. El delantero llegó a un balón antes que Aouate, Tamudo y Cléber y con la puntita de su pie lo convirtió en la igualada.
Le hacía falta al partido esa diana, esa alegría. La necesitaba el público, y sobretodo, el equipo. Pero en sólo un instante sucedió lo que nadie imaginaba. Algo que no estaba en ningún guión tras el empate y el abanico de posibilidades que suponía. Un balón rebotado por tres veces en el área de Kameni acabó a merced de Cléber Santana, que disparó con rabia al fondo de la red. Pero como las desgracias nunca vienen solas, una injusta roja directa a Moisés convertía la media hora restante en poco más que una misión imposible. Ayza Gámez, en una nueva desafortunada decisión, otra vez contra los blanquiazules, quiso ver agresión del mediocentro. Pero la pesadilla no iba a acabar así, porque Jurado ampliaría la ventaja de los insulares con un golazo.
La desolación había llegado a Montjuïc. Algunos aficionados, agotados, empezaban a desfilar, pero De la Peña dijo que no. Que todavía no estaba todo dicho. Lo Pelat empujó a gol un servicio de Nené y abría la puerta a veinte minutos de infarto, de locura, donde todo era posible. El partido estaba roto del todo, y ya no valían los planteamientos, sólo el corazón. Así lo entendió Pochettino también, que con un jugador menos, quitó un defensa, Sergio, para poner en liza un delantero, Iván Alonso. Y si, sucedió. Llegó de nuevo el empate. Nené lo conseguía en un libre indirecto a tres metros de la línea de gol, y la grada explotaba. Lo imposible, con uno menos y dos abajo en el marcador, pasó a ser de nuevo posible. Pero se había trabajado mucho, y a los pericos las piernas ya no les respondían como antes. Tampoco a los visitantes, pero el ser un jugador más sobre el césped les dio las últimas opciones. Se temió lo peor en una nueva jugada de Jurado calcada a la del gol. Pero la rosca que antes se fue directa a la escuadra esta vez salió fuera, y el partido moría con un empate que ningún perico quería al empezar el partido, pero que después de todo no puede dejar de considerarse un resultado meritorio, aunque no mejora demasiado el panorama en la clasificación.
Ficha técnica:
RCD Espanyol: Kameni, David García, S.Sánchez (Iván L.M., min.80), De la Peña, Luis García (Lola, min.58), Nico Pareja, Nené, Rufete (Callejón, min.45), Jarque, Moisés y Tamudo.
RCD Mallorca: Aouate, C.Santana, Josemi, Varela (Castro, min.73), Jurado, D.Navarro, Nunes, Arango, Martí, Aduriz (Keita, min.88) y Corrales.
Árbitro: Miguel Ángel Ayza Gámez (C.Valenciano). Por parte del Mallorca, enseña tarjeta amarilla a C.Santana (min.31), Josemi (min.67), D.Navarro (min.92). Por parte del Espanyol, a Pareja (min.37), Moisés (min.47 y min.64, roja directa), De la Peña (min.63), Callejón (min.91).
Goles: 0-1, Arango (min.39); 1-1, Callejón (min.56); 1-2, C.Santana (min.59); 1-3, Jurado (min.70); 2-3, De la Peña (min.71); 3-3, Nené (min.82)
Incidencias: 29.180 espectadores